Sería deseable que este boom del trabajo por proyectos respetase los principios de este enfoque pedagógico, de las razones que lo justificaron y explicaron: sobre todo partir del convencimiento de la competencia y capacidad de los niños y niñas, de su derecho a ser protagonistas de su propio desarrollo, de sus auténticos intereses y no de los que el adulto les adjudica. Trabajar por proyectos que son pensados y diseñados por los adultos, o por una editorial, no es más que hacer malos centros de interés, y para eso es mejor refrescar la memoria y redescubrir a Decroly, o aceptar que se sigue trabajando con libros de texto con el peaje que ello comporta.
Para trabajar por proyectos no es suficiente decir que se hace o hacerlo porque está de moda. Hay muchos principios detrás del trabajo por proyectos, una concepción del ser humano libre, autónomo y competente, justo, solidario y cooperativo, nunca competititvo; hay un concepto de ciudadano del mundo que necesita trabajar asociativamente con otros como él, en un entorno concreto en el que está inserto para comprenderlo y para mejorarlo al servicio de toda la comunidad.
Muchos centros públicos de todas las etapas, también de Infantil, lo han estado haciendo contracorriente sin que tuvieran el eco que la decisión de los Jesuítas de eliminar asignaturas y exámenes ha representado. Gran parte de la privada y la concertada ha ido detrás, pero mucho nos tememos que tiene más que ver con una operación de marketing y negocio para no perder el carro y a los clientes que con una apuesta por una nueva concepción del ser humano, de la enseñanza y del aprendizaje. Este Instituto de Sils es un ejemplo, y hay muchos otros centros públicos, en todas las etapas, que están luchando día a día por demostrar que otra escuela es posible.
Para saber cómo lo hacen en Sils pincha aquí para acceder al artículo que publica el Diario.es
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