por Paloma Nuria Gonzalo García
El contacto afectivo es una necesidad auténtica y verdadera del ser humano. Nacemos sintiendo, ansiando y esperando, por lo menos, una relación afectiva, la cual se construye a través del contacto de la piel. No será la única, ya que a lo largo de nuestras vidas tendremos muchas relaciones afectivas y de muy diversos tipos (amistad, de pareja, familiar…) pero, igualmente, el contacto de la piel es la clave.
Ser tocado, acariciado, abrazado, acunado, besado… es una parte esencial de la supervivencia humana. Las caricias nos enamoran, el llanto del bebé se calma siendo mecido y un abrazo siempre nos reconforta… en definitiva, que nos gusta que nos toquen la piel y, además, que lo hagan de manera dulce, atenta y cálida. ¿A qué es debido?
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