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Quiero
hacer un llamamiento a la reflexión de todos los protagonistas
implicados en la etapa de Educación Infantil. Especialmente en el tramo
comprendido entre los 0 y 3 años.
Últimamente oigo muchas voces que se alzan
a favor de Escuelas Infantiles públicas
y gratuitas e incluso obligatorias. Esta petición me parece ciertamente
“atrevida, osada” y habría que matizarla
muy bien.
Llevo muchos años dedicada a esta etapa y
he asistido a los vaivenes que ha sufrido. Mi experiencia, así como mi
formación, me avalan para afirmar que
esta Etapa es especialmente importante para sentar las bases de las que siguen posteriormente.
Hace tiempo tuve una compañera docente de
origen ruso, que me comentó que lo que más le había llamado la atención al
llegar a España, es que aquí, los niños son escolarizados desde muy pequeñitos.
Al parecer en su país, como en otros muchos países (de Europa), se opta por
incentivar a las familias para que atiendan a los niños en el hogar hasta que
alcancen una cierta madurez (intelectual), para ser escolarizados.
Esto me hizo reflexionar
y cuestionarme cual es la verdadera necesidad de institucionalizar a los niños/as
desde prácticamente su nacimiento y sólo se me ocurre el pensar que existe una
intencionalidad por parte de los poderes públicos, manteniendo a los padres el mayor tiempo posible en el
trabajo, y sin dedicación a sus hijos, para de esta manera convertir su
educación, en una preparación para ser engranajes, con ese mismo futuro
laboral.
Así mismo, he vivido el
deterioro de lo que se ha convertido en un buen negocio
y es la gestión y explotación de lo que
me niego a llamar Escuelas infantiles. Centros para lo que se siguen dando
licencias y permitiendo instalarlos en cualquier tipo de local: garajes, bajos
de edificios, sitios sin patios ni infraestructuras adecuadas. Ratios que me
parecen delirantes para poder atenderles adecuadamente. Centros en los que los niños pasan más de 8 horas diarias, y dónde se les admite
incluso cuando están enfermos.
¿Qué es lo que estamos
haciendo? Sí, muchos hemos luchado porque no nos faltasen el respeto, ni a los
niños ni a los educadores y profesionales, llamándonos despectivamente
”guarderías”, pero poco hemos avanzado para conseguir que
no sea así.
Por otra parte, sí
quiero hacer una defensa total y absoluta de proyectos como el de Casa de niños, pero el que se creó en sus inicios y que eran verdaderos
centros de educación infantil temprana.
En este proyecto se
acoge a niños de edades comprendidas entre 1 y 3 años. Tiene un horario reducido
de estancia para ellos: 4 horas, sin dejar de cubrir su carácter asistencial.
En sus inicios contaba con un equipo de atención temprana formado por
psicopedagogo, médico y trabajador social. Estos profesionales asesoraban tanto
a las familias como a los educadores del centro, al tiempo que ayudaban a
detectar posibles problemas en los niños.
Para mí lo esencial de
este programa es la activa participación de las familias en talleres, todo tipo
de actividades y escuelas de padres. Aunque también hay que decir, que los mal
llamados recortes, se llevaron por delante una buena parte de esta
participación. Prescindiendo también del equipo de atención temprana.
Quiero resaltar la gran
importancia de esto, ya que es un proyecto en el que se educa a los niños a través de sus familias. Si cuando nace un
niño, es protocolo obligado un seguimiento de su salud por el profesional
médico, ¿por qué no hacer lo mismo con la educación? En muchas ocasiones las
familias se sienten bastante perdidas en
cuestiones que afectan al desarrollo o educación de sus hijos y en estos centros
comparten sus inquietudes, sus experiencias etc., a la vez que están acompañados
de profesionales que les pueden ayudar a resolverlas. Son muchas las situaciones que se pueden tratar de manera
temprana: acoso escolar, drogas...
Por todo esto creo que
es muy importante que defendamos proyectos como éste que tienen un verdadero
sentido educativo.
Que se trabaje por
conseguir la conciliación familiar y que
no sea tener a los niños desde que nacen, en horarios de fábrica. Y que
momentos tan importantes como son el tiempo de la alimentación o de la higiene pueda
ser de dedicación exclusiva y no como se tiene que hacer, como una cadena rápida, por el exceso de ratio
y la imposibilidad de que un educador les pueda atender como cada bebé necesita.
Tengo que decir también
que si todo ha ido saliendo adelante ha sido por la gran profesionalidad y
humanidad de los educadores que me he encontrado en mi trayectoria profesional.
Si nos consideramos
europeos ¿no deberíamos mirar más a países como Finlandia donde esto se
contempla, y cuyo sistema educativo está considerado como el mejor del mundo?
¡Luchemos por no ser
guarderías, donde aparcar a los niños!
¡Luchemos por un mundo mejor
a través de una buena educación desde sus inicios!
INMACULADA TÉLLEZ
Maestra de Educación
Infantil y Primaria