Carta de una educadora infantil, perteneciente a un CEIP.
Esta carta va dirigida a quien quiera o pueda ayudar a mejorar las situaciones que se viven a día de hoy en los CEIP de la Comunidad de Madrid en los que se han implantado las enseñanzas del primer ciclo de Educación Infantil.
Muchas de las educadoras implicadas en el proyecto hemos intentado hacer llegar nuestra realidad tanto a la administración, como a los sindicatos, asociaciones dedicadas a mejorar la calidad educativa, en fin, a todo aquel que nos ha querido oír.
En verdad, a día de hoy nada ha cambiado, los problemas con los que comenzamos se han enquistado, o han ido a más y no parece que nadie les quiera poner solución.
Así comenzó y así continúa….
Cada vez que oigo en las noticias que se ampliarán el número de plazas públicas en el primer ciclo de educación infantil para el próximo curso 2023-2024, y que se hará a través del nuevo proyecto estrella de la Comunidad de Madrid (la introducción del primer ciclo de educación infantil en los CEIP), me llena un sentimiento de tristeza y enfado. Pues ya me hago una idea de cómo será el comienzo de curso para las personas a las que se destine en estos puestos, pues yo ya lo he vivido.
A mi parecer y después de una profunda reflexión, este proyecto lejos de ampliarse, debería de paralizarse y analizar el trabajo de este curso escolar que ya está terminando. Tratarlo como un proyecto piloto, en el que los centros que ya están abiertos a esta nueva experiencia, puedan analizar todas los pros y contras y ver la manera de solucionarlo.
Y de esa forma no solo tratar de ofertar más plazas, si no que éstas sean de calidad.
Pienso en las familias sobre todo, a las cuales se les dice que en estos centros se trabaja con los menores de la misma manera que en una escuela infantil de la red de Escuelas Infantiles públicas de la Comunidad de Madrid y desde luego no creo que sea así en ninguno de los CEIP.
Cuando esta aventura comienza en el mes de julio de 2022, las educadoras coordinadoras, hicimos un grupo de trabajo, en el cual pretendíamos unificar y poner en común documentación, ideas…en fin, un lugar en el cual volcar toda nuestra experiencia como educadoras infantiles (casi todas tenemos una amplia experiencia e incluso algunas de nosotras hemos desempeñado cargos de secretaría en Escuelas Infantiles).
Estábamos ilusionadas, por qué no decirlo, con esta nueva aventura, la cohesión del primer ciclo y segundo ciclo de educación infantil. Para las personas a las que nos gusta nuestro trabajo, esto fue un reto, que aceptamos con agrado y mucha ilusión.
Las primeras sorpresas no tardaron en llegar, lejos de estar todo preparado para nuestra llegada y en el mes de julio, y poder dedicarnos a ultimar documentación, decoración… las obras tardaron en finalizarse en muchos casos, hasta mediados y finales de septiembre.
Es en este momento cuando comienzan a observarse diferencias entre los distintos centros y direcciones, algunas de ellas pusieron a disposición de las educadoras y de su saber hacer el dinero necesario para dotar, con lo imprescindible las aulas y la escuela, (menaje, lencería, mobiliario, juegos didácticos, acondicionamiento de aulas….) en cambio en otros no se aprovechó estos momentos para comprar materiales, si no que se instó a las educadoras a esperar, con la promesa que nos llegaría de dotación (en la práctica hay centros en los que a mes de enero – febrero de 2023 no había llegado la nevera de bebés, los pañaleras o el material didáctico que todavía se espera a día de hoy).
El personal que debía acompañarnos en esta aventura tampoco estaba, llegando a incorporarse el día siete de septiembre e incluso más tarde, al mismo tiempo que los alumnos y familias, con lo que esto supone. Entrevistas iniciales, el primer encuentro con las familias, encuentro que debe proporcionar seguridad y confianza y más este caso.
Como podéis imaginar la precipitación en la repartición de tareas entre las educadoras, fue tremenda y muy dura de sobre llevar. A eso hay que añadir la falta absoluta de materiales didácticos, todo esto hizo de este comienzo de curso algo que desde luego yo no he visto en los muchos años de experiencia que tengo.
Aun así, seguimos “arrimando el hombro”, teniendo siempre presente el interés superior del menor.
El intercambio de información con las otras educadoras coordinadoras era frenético, todo para conseguir que todo se asentara y poder empezar a educar en tranquilidad y con los medios necesarios a nuestros alumnos.
Todas teníamos presentes que los comienzos son duros y por nuestra parte no iba a ser, seguimos luchando día a día porque los niños y las familias, tuvieran acceso a la educación de calidad que se les había prometido.
Con el curso empezado y sin tiempo para reflexionar, nos vimos embarcadas en un periodo de adaptación durísimo (pues, al ser de nueva creación, los grupos se incorporan a la escuela en su totalidad). El equipo educativo que dadas las características de comienzo de curso al que nos enfrentábamos, hubiera necesitado de tiempos de reflexión y de simplemente conocernos. Pero el día a día, sin tiempos para coordinarnos, iba dejando de lado muchos aspectos, importantísimos.
Ni que decir tiene, las educadoras centramos toda nuestra atención en sacar adelante este proyecto y atender lo mejor que podíamos a nuestros alumnos y alumnas. Sin tener en cuenta como se estaba tratando a nuestro colectivo a nivel laboral.
Enseguida las direcciones de los centros, comenzaron a trasladarnos con sus acciones el gran desconocimiento que tienen sobre la figura de la educadora de infantil, pues somos personal laboral contratado por la Comunidad de Madrid.
Tenemos un convenio que nos rige y regula y que contempla entre otras cosas:
La necesidad de tener un lugar digno en el que poder cambiarnos de ropa y dejar nuestros enseres (con servicio y ducha, como así marca la normativa).
Ropa de trabajo (que no uniforme) de calidad, en número suficiente.
Un lugar agradable, donde poder comer (en el que deberíamos tener acceso a un lugar donde poder refrigerar nuestra comida, calentar nuestra comida y poder lavar nuestros enseres).
Los lugares, que los centros nos han facilitado para esto dejan mucho que desear en cuanto a privacidad, limpieza y comodidad. Y en la práctica totalidad no cumple, con los mínimos que marca la normativa vigente.
El respeto y reconocimiento a nuestras funciones, que están claramente determinadas en la orden de comienzo de curso, a la cual incorporaría la función más importante, asesorar y dar a conocer al equipo directivo y maestras responsables las características evolutivas y aspectos fundamentales que rodean a los/as niños/as de estas edades.
Tareas de docencia (informes trimestrales, reuniones con las familias, tutorías, planificar y llevar a cabo la programación de actividades, velar por el bienestar de los niños y niñas a nuestro cargo). Para poder llevarlas a cabo con profesionalidad y rigor, se nos debe de respetar las horas semanales de complementarias. En ningún caso debemos de realizar tareas como apertura y cierre de centros, control de acceso de puerta, limpieza, cocina, cambio de lencería… En muchos centros se fuerzan estas situaciones poniendo en un apuro a la educadora, que tiene que elegir entre “colaborar” o enfrentarse a la dirección.
Poco respeto a nuestras reuniones semanales (reunión de ciclo – claustro) tan necesario, para consensuar y llevar a cabo una labor de calidad, por la que muchas de las direcciones de los centros muestran un absoluto desprecio hacia ellas (dejando fuera de este a las personas que cubren los horarios ampliados, por lo que solo se reúnen 4 educadoras más la maestra coordinadora, mermando así el funcionamiento del mismo).
Para las personas que contamos con la suficiente experiencia estos tiempos son tan necesarios para crear “escuela” para conseguir una educación de calidad, que nos da profunda tristeza que no se traten con la seriedad que requieren.
Continuos tiras y aflojas, para poder disfrutar de nuestros derechos, nuestros días libres designados por convenio. Las educadoras infantiles en los CEIP, nos sentimos en la necesidad de recordar una y otra vez cuales son nuestros derechos, lo cual unido a la carga de trabajo es agotador.
Por lo que pedimos a las direcciones de nuestros centros de trabajo y a la administración que regule esos derechos y que se vean plasmados en el plan de convivencia, reglamento de régimen interno o el documento adecuado, por el que se rigen los CEIP. Como así lo tienen recogidos los maestros.
Es importantísimo que se revise la figura de la maestra coordinadora, ya que, en ocasiones, no cumple con la distribución de su jornada no estando en aula los tiempos que por convenio e instrucciones de comienzo de curso tiene marcados.
Desoye o ningunea la experiencia de la educadora coordinadora e incluso dificulta la marcha normal de las aulas, interviniendo en cada acción que por norma debe de realizar la tutora responsable de aula.
En muchos centros nos llegan desde la coordinación con el segundo ciclo, propuestas que en muchos casos por la idiosincrasia de nuestro alumnado, no podemos llevar a cabo. ¿hasta cuándo se van a tener que adaptar nuestros alumnos/as a ritmos y propuestas poco acertadas para sus edades?
Cuando proponemos ideas alternativas se nos dice que “debemos de adaptarnos, que ya no estamos en una escuela, estamos en un colegio”.
Si la maestra responsable es nuestra voz en el claustro del colegio, ¿qué pasará cuando haya discrepancias, entre el equipo de educadoras y la maestra responsable? Si tienen en cuenta nuestra profesionalidad y experiencia…. ¿Por qué no se nos permite expresar nuestras ideas, planteamientos o aportaciones al CEIP en el claustro? ¿o es que no importan?
En los CEIP se dan dos vertientes muy curiosas; por un lado, nos vemos en ocasiones a hacernos cargo de nuestros grupos casi sin apoyo (por una mala distribución de los tiempos, y dado que algunas maestras no cubren incidencias) y por ejemplo no estamos dadas de alta para poder atender a las familias por vía telemática. La explicación que se nos da, es que no somos personal docente…. ¡Y así todo!
Durante todo este curso, una de las más preocupantes circunstancias que he detectado es que, la administración no ha contemplado los nuevos horarios que rigen este proyecto (las escuelas infantiles están abiertas desde las 7.30 hasta las 17.30). Como parte del colegio debemos tener cubiertas una serie de necesidades como son tener a disposición durante toda la jornada un conserje, que realice las funciones que tiene establecidas y que, sobre todo, nos pueda dar cobertura ante un accidente o eventualidad que amenace la seguridad tanto de los menores como de las educadoras. Y personal de limpieza suficiente para mantener unos mínimos de limpieza, sacar basuras….
Necesitamos urgentemente que la administración local de ayuntamientos y el gobierno autonómico que pongan de acuerdo y regulen esta nueva situación de horarios y personal.
En algunos centros los horarios ampliados, se quedan desprovistos de estas figuras lo que hace que las educadoras deben afrontar una nueva tarea, el control de acceso, que les hace indudablemente desatender el cuidado de los alumnos/a.
Urgimos a los centros a que regulen los planes de actuación ante cualquier emergencia tanto si afecta a los menores, educadoras o el edificio.
A nuestro entender deberían de poner por escrito, cuál sería el plan de actuación ante cualquier asunto de gravedad que pudiera ocurrir, cuando hemos realizado esta petición se nos ha dicho que debemos llamar al 112. Pero ¿Quién llamaría la educadora que estaría atendiendo al menor……?
Por experiencia les digo que ante un suceso de gravedad es necesario que haya varias personas para solventarlo.
Necesitaríamos que alguien nos informara de que personas tienen que estar en el centro (por ejemplo, los días que no hay colegio los últimos días del mes de junio y el mes de julio). ¿Quién es nuestro superior estos días, cuál es su horario, quien abrirá y cerrará el centro, que ocurrirá con el servicio de limpieza…?
La última vuelta de tuerca, a nuestro colectivo, está a la vuelta de la esquina, al comienzo del próximo curso. La información que nos llega sobre las maestras responsables (sus horarios, responsabilidades, su aumento salarial...), nos deja aún más intranquilas, pues puede empeorar aún más nuestra situación laboral (se habla de que deberíamos asumir responsabilidades “extra”).
En muchas ocasiones diferentes compañeras nos hemos puesto en contacto con los superiores directos de nuestras consejerías (pero no hemos recibido respuesta).
También con los sindicatos y otros agentes sociales.
Necesitamos que alguien revise como marcha el proyecto, pero no solo hablando con las direcciones de los centros, las educadoras infantiles, tenemos mucho que aportar, pero desgraciadamente no se nos ha tenido en cuenta.
¿Y si se pide asesoramiento a los Centros en los que si se está funcionando de manera muy favorable?
¿Y si se nos citara para aportar nuestra memoria anual de aula con los planes de mejora y nuevas actuaciones a realizar el próximo curso? Nosotras estaríamos encantadas y así conocerían de primera mano la situación que nos ocupa.
Muchas gracias por su atención y seguiremos esperando alguna respuesta.
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