El 20 de febrero se ha cumplido el centenario de la muerte de Francisco Giner de los Ríos, el gran hombre y gran maestro que apostó por el holismo educativo al servicio de cada ser humano y de una sociedad más justa de la que había de formar parte. Abominó del instruccionismo imperante que, al servicio del rancio régimen imperante, pretendía la reproducción de una cultura que, lejos de liberar a los seres humanos los hacía esclavos de las élites privilegiadas y de sus intereses. Fue la Educación su gran recurso y en este artículo, que recomendamos leer entero pinchando aquí, Francisco J. Laporta hace una espléndida síntesis de lo que este gran hombre supuso para este país.
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Todos quedaron como suspendidos en una honda sensación de orfandad. Por esperada que fuera, la muerte de Giner dejó a la cultura española sin aliento, sin calor, sin luz. Aquel hombre incomparable había sido su más importante referencia moral durante medio siglo. Y la más decisiva incitación educativa de la España contemporánea. Con un sereno gesto histórico, con pasión pero con paciencia, sin ceremonias ni grandilocuencias vacías, que tanto despreciaba, había dicho suavemente su gran verdad a todos los maestros hambrientos y desasistidos de España: que el oficio de educar era la más importante empresa nacional. Una lección que aún nos sigue repitiendo desde entonces y que tenemos que aprender de nuevo una y otra vez.En su pequeña escuela de la calle del Obelisco, la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876, había tomado sobre sí la tarea de enseñar a los españoles a ser dueños de sí mismos. Para ello tuvo que luchar denodadamente contra la resistencia sorda y rencorosa de las viejas rutinas hispanas. Lo hizo durante toda su vida, con un sentido profundo de su deber civil y una resolución inquebrantable. Y con un gran respeto por todos. Tenía una viva conciencia de que la Institución era observada y cuestionada, y que no iba a permitírsele el más mínimo error, pero tenía también palabras de gratitud para quienes la hostigaban y perseguían porque también eso era estímulo para el cuidado y la mejora.
...Para Giner de los Ríos había que transmitir en la educación la idea de que la propia vida ha de ser vista como una obra de arte, como la realización libre y capaz de las ideas que cada uno se forja en el espíritu, la plasmación de un proyecto personal. En eso consistía ser dueño de uno mismo. Y a eso se entregó en la Institución Libre de Enseñanza. Desde ahí irradió a todo el país con una brillantez y una profundidad que todavía hoy nos causan asombro y apenas hemos sido capaces de asumir. Esas entre otras son las razones que hoy, cien años después, nos llevan con unas flores al cementerio civil.----
Francisco J. Laporta (catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid)
1 comentario:
Hola. no hay duda. Todo un referente para el ámbito educativo.
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