¿Se lo contamos al Ministro Wert y a la mayoría de Consejer@s de Educación?
Ofrecemos a continuación algunos extractos del texto:
Sostienes que un buen entorno de aprendizaje previo al colegio, hablándole al niño, jugando, interaccionando, contándole historias… le facilita luego la educación formal.
Sin duda. En el niño de pocos años se forman millones de sinapsis cada día, pero eso no debe hacernos creer que si le empapamos de música clásica luego será naturalmente músico. Eso no funciona de una manera tan mecánica. Lo que sí debemos hacer es dejar que el niño juegue. No olvidemos que el juego es el disfraz del aprendizaje. Cuando un niño juega no está perdiendo el tiempo, está aprendiendo. Pensemos en un niño que tira el juguete, gatea y lo vuelve a coger, para volverlo a tirar. No está perdiendo el tiempo, está grabando preprogramas motores en diferentes áreas del cerebro que le servirán para toda la vida. ¿Cómo si no podría yo coger esta taza de té con total precisión y casi sin mirarla? Pues, gracias a los juegos de cuando tenía dos años y tiraba los juguetes para volver a cogerlos, entrené esos circuitos motores, los grabé en mi cerebro y ahora los utilizo constantemente. A estas edades, lo más eficaz es jugar. Es esencial.
…Eso es lo que hace tan importante esa época, en la que parece que los niños solo hacen ruiditos o movimientos torpes y, en realidad, lo están ensamblando todo.
Por eso es tan importante la educación. Y por eso sostengo que los niños deben empezar a aprender en el parque, en la naturaleza… Aunque a algunos les suene extraño. Lo que pretendo con la neuroeducación es mirar la evolución biológica y aprender de ella para aplicarla a nuestros procesos educativos. Los abstractos, que son la construcción de las ideas, vienen después de los primeros años, cuando el mundo perceptivo ha sido rico. Los perceptos concretos permiten al cerebro construir los abstractos, gracias a sus códigos. Es decir, para construir bien las ideas abstractas, los conceptos, hay que construir antes los perceptos, los elementos básicos de la percepción. Los conceptos se adquieren desde muy temprano, pero, en los dos primeros años, lo sensorial, lo concreto, los perceptos son muy importantes para la construcción los futuros conceptos.
De ahí la gran importancia educativa del mundo real, de lo natural.
Sí, porque el niño capta la hoja que se mueve con el viento, el color provocado por la luz que incide sobre ella de determinada manera… todo eso es tan rico perceptivamente hablando… es riqueza pura para el aprendizaje en un cerebro infantil. Y luego se plasma en la riqueza de sus abstractos.
…¿Crees que somos conscientes de eso?
Pienso que no. Porque no solo se trata de que un profesor sepa o no por donde pasa este río. Es que un profesor mal preparado no parece ser consciente de su responsabilidad de enseñar a un niño, de formarlo. Y recordemos algo esencial: formarlo conlleva transformar física y químicamente su cerebro. Es como si con lo que dices y lo que haces te metieras dentro de su cerebro y lo modificaras, lo esculpieras, como el escultor con su cincel esculpe y construye una figura a partir de una masa de mármol amorfa. Esa es una responsabilidad enorme, que no parecen conocer algunos profesores, con grandes carencias y determinadas actitudes. Y además, claramente no todo el mundo sirve para ser un buenescultor de cerebros.
Dices que la secuencia de aprendizaje arranca con la emoción, se despierta la curiosidad, se concentra la atención, el interés se mantiene y culmina con el proceso de razonamiento y aprendizaje. ¿Cómo explicarías a un profesor que la emoción es tan importante para aprender y no un eslogan psicológico?
Es sencillo: mejor con hechos que con palabras. Imagina a un profesor que describe un árbol con su tronco, sus ramas, sus hojas… y, al cabo de cinco minutos, se vuelve y encuentra a Pedrito despistado. Le riñe, tratando de suscitar en él la atención que no ha conseguido con su relato. Piensa ahora en ese mismo profesor en una situación ideal. Dice a los chicos: vamos a estudiar la cebra. Nadie atiende. Pero abre la puerta del aula y entra una cebra. ¿Te imaginas a los niños? ¿Cómo sería posible no sentir curiosidad? Los niños no se pondrían a mirar por la ventana. Se comerían a la cebra con la mirada. La curiosidad daría paso a una atención extremadamente intensa. Y eso dispararía definitivamente el proceso de aprendizaje.
Ofrecemos a continuación algunos extractos del texto:
Sostienes que un buen entorno de aprendizaje previo al colegio, hablándole al niño, jugando, interaccionando, contándole historias… le facilita luego la educación formal.
Sin duda. En el niño de pocos años se forman millones de sinapsis cada día, pero eso no debe hacernos creer que si le empapamos de música clásica luego será naturalmente músico. Eso no funciona de una manera tan mecánica. Lo que sí debemos hacer es dejar que el niño juegue. No olvidemos que el juego es el disfraz del aprendizaje. Cuando un niño juega no está perdiendo el tiempo, está aprendiendo. Pensemos en un niño que tira el juguete, gatea y lo vuelve a coger, para volverlo a tirar. No está perdiendo el tiempo, está grabando preprogramas motores en diferentes áreas del cerebro que le servirán para toda la vida. ¿Cómo si no podría yo coger esta taza de té con total precisión y casi sin mirarla? Pues, gracias a los juegos de cuando tenía dos años y tiraba los juguetes para volver a cogerlos, entrené esos circuitos motores, los grabé en mi cerebro y ahora los utilizo constantemente. A estas edades, lo más eficaz es jugar. Es esencial.
…Eso es lo que hace tan importante esa época, en la que parece que los niños solo hacen ruiditos o movimientos torpes y, en realidad, lo están ensamblando todo.
Por eso es tan importante la educación. Y por eso sostengo que los niños deben empezar a aprender en el parque, en la naturaleza… Aunque a algunos les suene extraño. Lo que pretendo con la neuroeducación es mirar la evolución biológica y aprender de ella para aplicarla a nuestros procesos educativos. Los abstractos, que son la construcción de las ideas, vienen después de los primeros años, cuando el mundo perceptivo ha sido rico. Los perceptos concretos permiten al cerebro construir los abstractos, gracias a sus códigos. Es decir, para construir bien las ideas abstractas, los conceptos, hay que construir antes los perceptos, los elementos básicos de la percepción. Los conceptos se adquieren desde muy temprano, pero, en los dos primeros años, lo sensorial, lo concreto, los perceptos son muy importantes para la construcción los futuros conceptos.
De ahí la gran importancia educativa del mundo real, de lo natural.
Sí, porque el niño capta la hoja que se mueve con el viento, el color provocado por la luz que incide sobre ella de determinada manera… todo eso es tan rico perceptivamente hablando… es riqueza pura para el aprendizaje en un cerebro infantil. Y luego se plasma en la riqueza de sus abstractos.
…¿Crees que somos conscientes de eso?
Pienso que no. Porque no solo se trata de que un profesor sepa o no por donde pasa este río. Es que un profesor mal preparado no parece ser consciente de su responsabilidad de enseñar a un niño, de formarlo. Y recordemos algo esencial: formarlo conlleva transformar física y químicamente su cerebro. Es como si con lo que dices y lo que haces te metieras dentro de su cerebro y lo modificaras, lo esculpieras, como el escultor con su cincel esculpe y construye una figura a partir de una masa de mármol amorfa. Esa es una responsabilidad enorme, que no parecen conocer algunos profesores, con grandes carencias y determinadas actitudes. Y además, claramente no todo el mundo sirve para ser un buenescultor de cerebros.
Dices que la secuencia de aprendizaje arranca con la emoción, se despierta la curiosidad, se concentra la atención, el interés se mantiene y culmina con el proceso de razonamiento y aprendizaje. ¿Cómo explicarías a un profesor que la emoción es tan importante para aprender y no un eslogan psicológico?
Es sencillo: mejor con hechos que con palabras. Imagina a un profesor que describe un árbol con su tronco, sus ramas, sus hojas… y, al cabo de cinco minutos, se vuelve y encuentra a Pedrito despistado. Le riñe, tratando de suscitar en él la atención que no ha conseguido con su relato. Piensa ahora en ese mismo profesor en una situación ideal. Dice a los chicos: vamos a estudiar la cebra. Nadie atiende. Pero abre la puerta del aula y entra una cebra. ¿Te imaginas a los niños? ¿Cómo sería posible no sentir curiosidad? Los niños no se pondrían a mirar por la ventana. Se comerían a la cebra con la mirada. La curiosidad daría paso a una atención extremadamente intensa. Y eso dispararía definitivamente el proceso de aprendizaje.
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1 comentario:
Muy buena entrevista, de las de archivar y consultar.
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