En la primavera de 2013 se celebró en Francia el Congreso "Emoción, afecto, aprendizaje" al que fue invitado como ponente Bernard Aucouturier. Mandó un extracto de su intervención que, traducido por Sara Serrano, ha sido publicado en Revista de Psicomotricidad. Lo tomamos como un regalo que difundimos.
A continuación recogemos algunos párrafos de algunos de los temas que propuso y trató el gran maestro Aucouturier. No tienen desperdicio ninguno de los temas que se propusieron y recomendamos muy vivamente que se pinche en el enlace anterior para poder disfrutar y aprender con la lectura completa de todos ellos.
La seguridad afectiva, una verdadera necesidad como la de alimentarse, moverse,
jugar o comunicarse.
El regalo más bonito que pueden darle los padres a sus hijos es el afecto, la ternura y también un contexto vital decente. Que posibilite, por lo tanto, que viva con un sentimiento de seguridad indispensable para desarrollarse en las mejores condiciones y progresivamente abrirse al mundo de la realidad.Desde el nacimiento, el bebé necesita ser protegido contra las agresiones internas y externas. Los padres quieren a sus hijos. Les aseguran también una calidad en los cuidados y en el acto de presencia, que se repite hasta tal punto que ocurre en un mismo lugar, en un mismo tiempo, con un mismo ritmo asociado a las palabras, todo ello ajustado al cuerpo y a las emociones del niño.
La actitud atenta, las manipulaciones regulares, los contactos, las miradas, la solidez del apoyo postural, son como las palabras de ternura que abren la vía del diálogo tónico-emocional y de la calidad de las interacciones.
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El niño feliz en el colegio
Un niño que tiene la seguridad afectiva que le proporciona una familia que le ama, le comprende, que le pone límites, así como la dada por la - "Crèche" escuela infantil- y el colegio, es un niño feliz. Esta seguridad le permite atenuar sus miedos y las angustias que limitan su desarrollo y particularmente los aprendizajes escolares.Un niño feliz en el colegio es un niño espontáneo, que está a gusto con su cuerpo, que juega y que puede expresar sus emociones sin restricciones. Es un niño feliz por vivir, que expresa sus deseos sin dudarlo, sin culpabilidad. Es también un niño que vive el placer de dar y recibir.
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Otra necesidad, expresar sus emociones
Un niño es quien expresa sin restricciones su bienestar o malestar mediante pulsiones tónico-emocionales. La expresión emocional es indispensable para su equilibro psicológico y su desarrollo equilibrado, pero si el niño no vive sus emociones, no las verbaliza, aparece el riesgo de estar “enfermo” por vivir.....
El juego de la espontaneidad del niño es una verdadera necesidad.
El juego espontáneo es la forma de expresión privilegiada del niño a la vez que un poderoso proceso para hacerle sentir bien porque lo que plasma en el juego creativo y la espontaneidad es siempre alguna cosa del pasado, de la infancia, del origen.De ahí que, podamos decir, que el niño que juega está jugando con sus orígenes.
Jugar libremente es vital para el niño porque jugar, es vivir el placer compulsivo de la representación de sí mismo, de la simbolización, un placer compulsivo por la repetición. Jugar para el niño, es vivir una etapa psicológica de su desarrollo antes de instalarse en el mundo de la realidad de los adultos.
Entonces, no hay que precipitarle en las exigencias que no le corresponden por su madurez afectiva, porque debe agotar su omnipresencia mágica para sentirse seguro y estar listo para elegir. Mirémosle jugar con mucha atención para tenerle en cuenta y compartamos con él el placer que él vive cuando es el:
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Trata también sobre la necesidad de expresar emociones, sobre la ira, sobre el miedo, sobre los miedos primitivos y sobre la angustia tensional de todos los miedos y de todas las esperanzas
¡Una joya que no puede dejarse de leer!
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